Era un día gris, en el cielo no se veía el sol, el ambiente
parecía acompañar la tristeza que en ese entonces nos embargaba a mi familia y
a mí, en ese clima se hacía más intensa la pérdida y la soledad. El saber y ver
que alguien faltaba en mi hogar, que faltaba mi padre hacía que me sintiera
vacía, que sintiera que necesitaba de su consuelo, pero él no estuvo ahí. Era
el inicio de un día de clases tan esperado por ambos, pero ya no lo era más
para mí.
El día transcurrió y retorné de la universidad. Era de noche
y ya todo estaba ordenado de acuerdo con la ocasión. La nostalgia y la tristeza
me invadieron, vi a todos vestidos de negro en mi casa, vi sorprendida que
llegaron algunos de mis viejos compañeros del colegio. Me acerqué tímidamente y
los observé acercarse hacia a mí y abrazarme uno por uno. Les di las gracias
por su apoyo y compañía. Hasta ese momento no lo había visto, no me había
percatado de su presencia, pero él fue uno de los últimos en saludarme y darme
sus condolencias por mi trágica pérdida. Era él, no a quien yo esperaba
ansiosamente, sino a alguien que formaba parte de mi pasado, alguien a quien yo
trataba de no encontrar, con quién no pensaba hablar nunca más.
Aún sorprendida de que él estuviera ahí, le di las gracias
por haber venido y fui a saludar a mis otros familiares. Después de media hora
volví a ir hasta el lugar donde mis compañeros se encontraban y me dediqué a conversar
con ellos acerca de qué es lo que habían hecho en todo el tiempo que no nos
habíamos encontrado. Luego cuando los temas de conversación se iban acabando recordábamos
el motivo de su presencia en mi casa. Así que cada uno se dedicaba a darme
ánimos y él nuevamente me sorprendió diciendo que yo era una persona que sí
podía salir adelante, que él lo sabía. Sentí que sus palabras eran como las de
las demás personas y que las hubiera apreciado tanto, si es que me las hubiera
dicho ese alguien a quien yo esperaba; sin embargo, quedé bastante extrañada de
escuchar ese tipo de palabras por parte de él. La noche seguía trascurriendo y
todos mis compañeros tuvieron que retirarse y él también, así que lo último que
le dije fue gracias, lo único que le dije esa noche cada vez que me daba
ánimos.
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