El escribir bien
siempre ha sido y sigue siendo uno de los requisitos indispensables para ser un
profesional, debido a que la redacción resulta ser un medio para expresar nuestras
ideas, sentimientos y emociones. Sin embargo, se piensa que no todos poseemos
la misma habilidad para componer textos y esto se debe a que existen diversos
prejuicios, supersticiones y juicios erróneos acerca del tema y no al hecho de
que sea imposible aprender a diseñarlo.
En este
pequeño texto les contaré mi experiencia al redactar y lo que pienso acerca de
las barreras que se presentan al escribir y lo que hago o lo que aún no he
hecho para superarlas. Como primera barrera para el aprendizaje de la
composición de un texto les puedo mencionar la común creencia de que un buen
texto debe poseer una gramática perfecta, una puntuación y ortografía ideales.
No es falso que este aspecto sea importante, ya que por ejemplo en mi caso
siempre me preocupé desde el colegio por conocer este tipo de reglas de nuestro
lenguaje, pero también descubrí que este aspecto sirve de apoyo para que el escrito sea comprensible para el lector, pero que no es lo fundamental. Lo mismo
sucede con la complejidad de las palabras, no es necesario emplear
vocablos cultos para transmitir una idea. Cuando leía un texto
complicado pensaba en que, definitivamente, se podría expresar lo mismo con palabras
simples y sencillas.
Algo que usualmente
trato de no olvidar cuando escribo algún texto es revisarlo, y lo suelo hacer
cada vez que culmino un párrafo. Es indispensable observar si es que
lo que se ha avanzado es coherente o es que falta adicionar o quitar alguna
idea. Y esto lo hago porque he aprendido que un buen escritor no es aquel
que improvisa, sino aquel que ha hecho muchos borradores de su texto para así luego alcanzar el éxito en la versión final. Por eso, antes de
escribir organizo mis pensamientos, y en ocasiones desarrollo un esquema, las cuales
sirven como la base de mi trabajo. En mi diagrama mental o escrito incluyo
las ideas que deseo desarrollar ya sean estas principales o secundarias, los
detalles y temas que incluiré.
Una vez que he
iniciado la redacción de mi texto, no descarto la posibilidad de que el esquema
que realicé pueda ser modificado. Es bastante probable que en el desarrollo de investigación acerca de un tema descubra que he obviado
aspectos importantes o que he incluido otros irrelevantes y que el orden que establecí
al principio no fue el ideal. Mientras voy construyendo mi ejemplar me
preocupo de que sea relevante, fundamental y esencial lo que escribo.Me sucede en ocasiones que encuentro información bastante interesante
que me gustaría que los que leyeran mi texto supieran, pero tengo que
abstenerme de incluirlas porque escaparían de mi tema. Así lo que trato
de conseguir cuando redacto es que el texto llame la atención del lector
mientras va revisando mi escrito, y no tanto que lo motive inmediatamente.
La justificación más
común que se da cuando uno no puede redactar: “No estoy inspirado” y también la
he usado, pero no para referirme a que exista magia para escribir, o musas
inspiradoras, es decir, no creo que las ideas provengan de una fuente
desconocida, sino considero que estas provienen de nuestras experiencias, de lo
que aprendemos en las calles, en las aulas y de los libros, o de cualquier otro medio de conocimiento. Cuando menciono que no estoy inspirada
intento expresar que en ese momento no poseo los ánimos para iniciar el proceso
de redacción de un texto, pues mi mente no desea trabajar en ese
proyecto, ya que redactar un texto implica trabajo y no que las ideas
broten espontáneamente.
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