La tecnología se ha ido desarrollando cada vez más rápidamente y con ello
también se han modificado las formas de interrelación de las personas. Es así
que ahora podemos concebir la existencia de un mundo electrónico (Internet) y
uno real, dentro del cual cada persona maneja su identidad de manera particular,
puesto que lo que manifiesta como parte de su personalidad puede variar entre
distintos grados de veracidad en relación con la realidad física. Es de este
modo como señala Goffman que “entre los
papeles que desempeñamos ante la sociedad y la realidad personal que se oculta
tras la « fachada social» es aplicable sin duda, a la comunicación por Internet
“(Yus, 2010).
A lo largo de nuestra vida los individuos construimos nuestra identidad y
esta formación se produce a causa de una confluencia de factores y elementos
biológicos, sociales y culturales de nuestro entorno. En Yus se propone una
representación gráfica de las relaciones entre discurso e identidad a modo de
triangulo invertido, en donde en la parte superior se encuentran los rasgos
sociológicos heredados por la persona (habla, raza, sexo, etc.), luego en medio
hallamos a los grupos sociales a los que el individuo elige pertenecer y
finalmente ubicamos al sujeto como portador de una identidad distintiva. Esta
jerarquía se modifica hasta cierto punto en Internet, ya que los rasgos asumidos son minimizados, la zona intermedia
se mantendría y finalmente la formación del Self
“sufre un proceso de multiplicación
y/o fragmentación debido a las múltiples identidades virtuales” (Yus,
2010).
Cuando nos referimos a las diversas relaciones que coexisten en la Internet podemos coincidir en la presencia de una comunidad virtual, ya que si bien es
cierto que en esta los usuarios no actúan de la misma manera que en la vida
real, sí se incluyen en esta los atributos básicos para su existencia
(pertenencia, relaciones, compromiso, valores, bienes, duración, etc.). Es en
esta comunidad virtual que el texto adquiere gran relevancia, puesto
que a través de este nos, nos mostramos, reafirmamos o hasta inclusive nos
reinventamos en la red. Y estas actividades dependen en gran medida de lo que
somos en la realidad y de cómo queremos manifestarnos, ya que los dos tipos de
realidades pueden coexistir y no necesariamente anularse mutuamente. De este
modo se puede afirmar que “la identidad virtual se moldea sobre todo a partir
del intercambio de textos, imágenes o discursos multimodales con otras
personas” (Yus: 2010).
YUS, Francisco
2010 La presentación de la persona en la Web cotidiana. Nuevos usos del
lenguaje en Internet. Ariel: Barcelona
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