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sábado, 15 de septiembre de 2012

Terremoto en Ica desde Lima


Fue un día común y corriente, nada sensacional había sucedido hasta el momento. Me encontraba junto a mi hermano recostada en la cama viendo televisión, mi madre se encontraba en la cocina y mi hermana aún no llegaba de la universidad ni tampoco mi padre del trabajo. Los minutos transcurrían banalmente hasta que de pronto se sintió un ligero movimiento que fue intensificándose, yo asumí que era igual que todos los demás temblores y que no había de qué alarmarse y eso es lo que les repetía a los demás en mi casa. Ellos me gritaron, me hicieron abandonar la casa. Les hice caso porque me di cuenta de que no era otro temblor más.

Al salir me percaté de  que las luces de las calles se habían apagado, al igual que las de todas las casas alrededor, no se podía ver casi nada. Lo que si se pude observar momentáneamente fueron las chispas que salieron de los postes de luces de alta tensión, perecían rayos. Los vecinos se encontraban todos en sus puertas, todos preocupados y asustados tratando de imaginar donde había sido el terremoto y lo devastador de sus consecuencias, y al mismo tiempo angustiados por cómo entrarían los que aún no habían llegado a casa, ya que era muy peligroso y los ladrones podrían aprovechar la oscuridad para atacar a las personas.

Todos en esos instantes buscaron linternas y velas, se sentaron en las puertas de sus casas a conversar de la situación y de cualquier otro tema para así esperar que regresase la luz o que simplemente pasara el temor de una réplica, otros fueron a recoger a sus familiares al paradero. Muchos pensaron que ese podía ser el fin y recordaron a Dios, y colmados de miedo se pusieron a rezar. 

Esta es una de las situaciones que se vivieron en la ciudad de Lima el 15 de agosto del 2007, fecha en la que el departamento de Ica fue destruido por un sismo de 8.0 grados en la escala de Richter. 

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